Paternidad correspondida
Mientras miraba
unas fotos y videos de mi hija que cumple pronto 7 años, admiraba los cambios
físicos, en su forma de hablar y de caminar hasta la fecha. Podía observar,
además, la inmadurez en sus distintas etapas de desarrollo; que son comunes a
todos los niños.
Esto me hizo
meditar en el amor que Dios nos muestra en nuestro camino con él desde nuestra
etapa de niñez espiritual: nuestras primeras oraciones, pasos de fe, frustraciones
al no recibir lo esperado, etc. Sin
embargo, sobresalen la consistencia y amor que Él nos ha demostrado al buscarnos,
soportarnos, proveernos, guiarnos, alentarnos, corregirnos y disciplinarnos
hasta el día de hoy.
Indudablemente
existe similitud entre la paternidad humana y la de Dios.
·
Así
como un padre ama a sus hijos sin importar las circunstancias, Dios también
muestra un amor incondicional hacia todos nosotros.
·
Los
padres guían y corrigen a sus hijos para ayudarlos a crecer y tomar buenas
decisiones. De manera similar, Dios guía y corrige a sus seguidores para su
bienestar.
·
Los
padres se esfuerzan por proveer lo necesario para sus hijos, y Dios es el
proveedor de todo lo que sus hijos necesitan, tanto material como
espiritualmente.
·
Al
igual que un padre protege a sus hijos de los peligros, Dios es nuestro
protector y defensor.
·
Los
padres desean una relación cercana y significativa con sus hijos, lo mismo que
Dios busca con cada persona.
¿La pregunta es,
estamos ejerciendo paternidad a la manera de Dios? Seguramente tienes aciertos en
tu crianza y tus hijos lo agradecen. Pero si hay áreas que conoces que debes
cambiar y no lo has hecho, déjame decirte que aun estás a tiempo. Observa tu
pasado para aprender, pero déjalo ahí atrás, reinicia y avanza con la gracia de
Dios. Él está dispuesto a brindarte todo lo que necesitas, mientras pasas
tiempo en su presencia. Es su voluntad que seas buenos mayordomos de nuestra
herencia y bendición de Dios.
Toma un tiempo
darle gracias a Dios por los momentos en donde sabes que has actuado acorde a
la palabra de Dios. Anota, en cuales áreas has fallado como padre o madre,
procura momentos en su presencia donde puedas deleitarte solamente y luego deja
tus peticiones sobre los asuntos que escribiste, a su voluntad.
Otra inquietud
que surge de toda esta meditación, es si nosotros correspondemos a la
paternidad de Dios. Esta parte también es desafiante, porque hemos
recibido todo de nuestro Padre celestial. Entonces, ¿qué podemos darle nosotros
a él que no tenga? Se me vienen a la mente algunas cosas que podemos entregarle
voluntariamente, como él lo anhela.
Lucas 10:27 dice
“Aquel, respondiendo, dijo: Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas,
y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.”
·
Nuestro
corazón. Corresponder a la paternidad de Dios con el corazón es dirigir nuestro
rumbo hacia Dios, llenos de Su palabra y que nuestros dichos sean un reflejo de
esto. Es, además, cuidar lo que nuestros ojos ven y los lugares hacia donde se
dirigen nuestros pasos.
·
Nuestras
fuerzas. Invirtiendo nuestra energía, tiempo y recursos para el servicio
a Dios es una manera que disponemos todos, para corresponderle como buen padre
que es. Es decir, involucrarte en sus asuntos activamente.
·
Nuestras
mentes: Renovándolas con su consejo, manteniendo nuestros pensamientos
alineados con Su voluntad y buscando sabiduría para vivir conforme a Sus
principios.
·
Nuestras
almas. Viviendo con la conciencia de que nuestras almas le pertenecen a Dios y deben
ser cuidadas y nutridas en comunión con Él. Esto significa cuidar y nutrir nuestras
emociones, intelecto y voluntad.
Todos nosotros estamos
en este propósito de ser hijos e hijas agradecidas. Entreguémonos por completo
a nuestro Padre y el hará.
Mi oración por ti
y por mi hoy, se encuentra en 1 Tesalonicenses 5:23 (Reina-Valera 1960)
23 Y el mismo Dios de paz os santifique por
completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado
irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
© Grethel Collins
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