Un Dios más grande que todo

Isaías 61:3 Los llamarán «robles victoriosos», plantados por el Señor para mostrar su gloria.

El roble es un árbol que puede demorar hasta 200 años para crecer y su larga vida puede alcanzar con facilidad los 600 años. Puede alcanzar más de 30 metros de altura, y tiene un crecimiento promedio de 23 cm al año. Un roble ya crecido, maduro, puede tener unos 60 años. Su madera es muy resistente y duradera, es material con el que se han construido desde barriles y artefactos para barcos hasta piezas de mobiliario; de hecho, la madera del roble se utilizó mucho, antes de que el hierro se popularizara como un material para hacer herramientas. Simboliza la solidez, la longevidad, la resistencia, la constancia, la fuerza, la buena salud y la elevación, tanto en sentido espiritual como material.

Los champiñones son hongos, es decir, organismos que se diferencian de las plantas por no tener ni raíz, ni hojas ni tallo; crecen muy rápido: doblan su tamaño cada 24 horas, y lo hacen en relativa oscuridad.

Santiago 1:2 dice Hermanos míos, ustedes deben tenerse por muy dichosos cuando se vean sometidos a pruebas de toda clase. Ni Dios, ni nosotros somos de este mundo, pero nosotros estamos aún en este mundo; por eso debemos subir hasta donde él está para comprender con claridad esta realidad expresada por el apóstol. Cuando nos disponemos a buscar a Dios de todo corazón él acude sin tardanza. Abajo, como los champiñones, no podremos ver mucho. El roble asciende, firme, y permanece mucho tiempo porque es su destino y propósito. Cuando conocemos al Señor como nuestro único Dios, venimos de un ámbito muy diferente de dolor y cicatrices que son transformadas en el proceso de ser creyentes con ayuda del Espíritu Santo. Pero ahí no acaba todo, pues la obra será perfeccionada hasta el día de Jesucristo. Las pruebas vienen y nuestra fe es probada de distintas formas, pero el sentido de todo no es que pongamos nuestra mirada en ese evento que sin duda pasará algún día. Apocalipsis 4:1 establece un principio de sabiduría y revelación prácticas, como todo el evangelio de Cristo: Después de esto, vi una puerta abierta en el cielo. Entonces la voz que había escuchado al principio, y que resonaba tan fuerte como una trompeta, me dijo: «¡Acércate!, voy a enseñarte lo que está por suceder.» Esto hace que nuestra perspectiva cambie y la esperanza crezca cuando somos entendidos de que en el proceso de crecimiento estamos siendo capacitados para el futuro que solo Dios conoce, pero que por ser sus hijos tenemos acceso a ser instruidos aún en sus misterios, por su gran amor. No importa cuál sea el resultado o que suceda después del proceso que vivamos; lo más profundo y lo que rescato de todo esto, es que sólo lo descubriremos si seguimos caminando de la mano del único que nos puede guiar. Y esa es la mayor ganancia: al mirar hacia atrás, nuestra mayor recompensa habrá sido ganar en obediencia hacia el Dios que decimos adorar en espíritu y en verdad; y sin duda seremos revestidos de la paciencia que produce la prueba de nuestra fe, seremos luz para otros que vienen con nosotros o que incluso a futuro nos pondrá en el camino el Señor para consolar, levantar, animar y exhortar en amor. Lo que hoy vivimos es un entrenamiento para ganar mayor resistencia, para aumentar nuestra fe, para mostrar amor por el prójimo, para prepararnos para nuestro ministerio y por eso podemos ser agradecidos y sentirnos dichosos aún en medio de las facetas difíciles de nuestra vida en esta tierra. Todo, para mostrar la gloria de Dios.

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